Al abrir los ojos
by Espadachin
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#amnesiaAl abrir los ojos le costó un poco volver a hacerse una composición de la habitación. Una decena de rostros la rodeaban con expresiones de sorpresa o incredulidad. No recordaba bien qué había pasado. La cacofonía de voces la golpeó en su aturdimiento
—Y tenías la mano completamente pegada a la pared.
Hipnotizada, sí, claro, la había hipnotizado. La había hipnotizado ese tipo que le entró tan de sopetón, y había hecho ademán de darme la mano solamente para girar su muñeca y decirle que mirara un punto en la palma de su mano.
Al abrir los ojos se encontraba a cuatro patas en el suelo, su mejilla pegada a la pierna de una chica que la miraba y se reía mucho. Otra vez estaba un poco aturdida sin saber muy bien lo que había pasado. Otra vez un muro de risas la golpeó.
—Era increíble. Parecías una gatita de verdad, jugando con un ovillo, persiguiendo un puntero láser.
Y duerme…
—Bravo. Tremenda.
—Por favor, dime donde has comprado ese body, lo necesito.
El maldito hipnotizador la había hecho bailar y desnudarse como un vulgar stripper. Y llevaba ese body porque está noche iba a terminar con un chico que le gustaba, estaba completamente decidida a seducirlo, pero ahora mismo no podría decir muy bien quién era ese chico. Estaba roja como un tomate, completamente abochornada. Maldito hipnotizador, ¿quién se había creído que era para traspasar todos sus límites? Y una esfera de cristal cayó ante sus ojos y ya no existió otra cosa en el mundo para ella.
Al abrir los ojos se encontró en una habitación a solas con el maldito hipnotizador, sabía que no era una situación en la que sentirse segura pero de algún modo, lo estaba. Se sentía tranquila y segura. ¿La había hipnotizado para que se sintiera así? Al fin y al cabo era un extraño. ¿Por qué no estaba aterrada?
Y escuchar esas palabras fue efectivamente como abrir una una presa, una presa de recuerdos que la arrollaron. El maldito hipnotizador es Raúl, un chico con el que lleva tres meses viéndose. Había conocido a Raúl a través de una amiga. Conectaron enseguida y un día descubrieron, por casualidad, su mutua fascinación por la hipnosis viendo un programa en la tele. Hacía cosa así de un año que había descubierto lo que le ponía que la hipnotizaran pero no se atrevía a confesárselo a nadie y de repente había encontrado a otra persona como ella. Se sentía afortunada.
— Me he pasado toda la fiesta cachondísima y no sabía por qué. Y eso me ponía aún más cachonda pero no se lo podía decir a nadie. Ni a Marta. Y cada vez que me hipnotizabas, ¡buf! ¡Ha sido putoperfecto! Te quiero.
Su mente quedó completamente vacía, su mirada perdida en el infinito y su voz pronunció con cadencia monótona: