Una tarde con Diana
by Espadachin
Salgo del baño y te encuentro en la cama donde te dejé, con los ojos abiertos y cara de sorpresa. Tus muñecas y tobillos están atados a las cuatro esquinas de la cama, bueno, en realidad estás imaginando que están atados y no sabes qué te excita más, si sentirte atada o saber que en realidad lo que está atada y sometida es tu mente.
La luz de la tarde se filtra a través de la persiana y cae sobre la piel de tu vientre, tu escote y tu cabello rubio. Tus ojos verdes han dejado atrás la sorpresa y brillan de excitación. Tus extremidades luchan por liberarse aún sabiendo que es inútil. Estás preciosa.
«Eso depende por entero de ti. ¿Has sido buena chica?», te digo mirando esos ojos que tanto me gustan. Tu respuesta es apenas perceptible. «Sí, ¿qué?», insisto. «Sí, amo».