Natalia cae en su propio hechizo.
by Espadachin
Este relato está inspirado en una imagen que una persona compartió en Discord y ha sido leído y aprobado por ella.
—Good girls… love to expose themselves.
Una foto tuya donde un body dejaba adivinar tus hermosas tetas con piercing en un pezón y mostraba claramente tu sugerente canalillo apareció en la pantalla de una app de mensajería en mi móvil. Llevabas el colgante de corazón que te regaló tu esposa, lo cual lo hacía aún más morboso.
—Así me gusta, que seas una buena chica—, te contesté de inmediato.
—¿Qué? Oh, dios, qué vergüenza—, podía imaginar perfectamente cómo te ruborizas a kilómetros de distancia.
—Veo que la inducción ha funcionado a la perfección.
—No me acuerdo de NADA. ¿Qué hostias ha pasado? ¿Qué me has hecho?
—Que has sucumbido a una versión modificada de Claudine. Una en la que no te desnudas del todo… Pero mandas foto.
—Serás cabrón…
—Eh, que lo ponía bien clarito en el aviso. ¿Ahora mismo te sientes muy subby, verdad?
—Sí.
—Y quieres seguir sintiéndote subby, ¿verdad?
—Sí.
Nunca será bien ponderado el erotismo que desprenden esas dos letras en el contexto adecuado. Y por supuesto, el contexto adecuado era un “Yes set”.
—Supongo que una señora como tú tendrá un espejo de cuerpo entero en la habitación, ¿verdad?
—Sí.
—¿Puedo llamarte?
—Sí.
—Solo voz, tranquila—, y pulsando el icono del teléfono esperé a que este realizara la conexión a un océano de distancia.
—Hola.
—Hola.
—Pon el manos libres.
—Hecho.
Tu voz sonaba algo lejana pero sabía que tú me escuchabas perfectamente a mi y eso era lo que importaba.
—Mírate en el espejo, Natalia. Tienes un cuerpo maravilloso y unas tetas espléndidas. ¿A cuántas has hipnotizado con esas tetas?
—A muchas.
—A muchas… porque eres una hipnotizadora experta y tus tetas son hipnóticas. Míralas bien, Natalia. Tan perfectas, tan redondas. Son hipnóticas. Has hipnotizado a muchas con ellas y conoces bien su hechizo. Por eso vas a caer.
—Nnnn… no….
—Mira la niña como se resiste. Pero es imposible resistir. Sigues bajo la influencia de Claudine, eres una buena chica y, ¿qué hacen las buenas chicas?
—Las buenas chicas obedecen.
¿Me cansaré alguna vez de ese mantra? Yo digo no.
—Vamos, aparta la tela que las cubre y míralas en toda su hipnótica gloria.
—No.
—No puedes resistirte a ellas. Necesitas verlas mejor. Sé que no quieres hacerlo porque si las ves sin nada que atenúe su poder, caerás inevitablemente pero, ¿por qué resistirse? ¿Por qué negarte el placer? Resistirse está bien… Solo si al final se cede. Cede, Natalia, cede.
—Sí.
No podía saber si habías apartado la tela a un lado o te habías quitado la parte de arriba del body para mirarlas. En mi cabeza ganó la segunda opción.
—Eso es, muy bien. Has hechizado a tantas con esas armas que sabes que es imposible que puedas resistirte. Muévelas de lado a lado. Mira cómo se balancean. Mira tu piercing brillar. De lado a lado. No tienes mente, Natalia, solo tetas. Dilo.
—No tengo mente, solo tetas.
—Tus pensamientos desaparecen mientras las miras pero podemos ir un poco más allá, Natalia. Tu tetas son poderosas pero son tuyas y eso te hace un poco resistente a ellas. ¿Quieres ser hipnotizada por unas tetas más poderosas que las tuyas? ¿Unas tetas que te harían caer irremisiblemente?
Por supuesto que vas a querer. Ahora mismo querrías cualquier cosa que mezclase hipnosis y tetas.
—Por favor…
Y el tono de voz con el que lo pronunciaste me generó una erección instantánea.
—Mírate bien en el espejo, Natalia. Quiero que imagines algo para mí. Algo bonito y curioso. Quiero que imagines que no es un espejo normal sino un espejo mágico.
—Sí.
Joder, otra vez esa sensación al escuchar una cosa tan simple.
—Un espejo con un poder muy especial. Este espejo puede invocar a otra persona. Y voy a invocar a alguien muy especial para ti. Voy a invocar a Ángela White.
Eso te provocó un pequeño grito ahogado. No esperabas algo tan contundente.
—Mira cómo poco a poco tu imagen va a ir desapareciendo, como una neblina, como si se disolviera. Y en el espejo va apareciendo de entre esa neblina Ángela White en toda su gloria. ¿Qué lleva puesto, Natalia?
—Nada, tapa sus pezones con unas pegatinas de espirales.
Evidentemente esa ha sido la imagen que has creado en tu mente, la más hipnótica de Angela, tu gif favorito de ella.
—Mira fijamente esas tetas. Como se bambolean. Son aún más hipnóticas que las tuyas y te hacen caer más profundo. De lado a lado, de lado a lado. Esas tetas están vaciando tu mente. No tienes mente, Natalia, solo tetas. Escucha como te lo dice Angela. No tienes mente, solo tetas. No tienes mente, solo tetas.
—No tengo mente, solo tetas…
—No tienes mente, solo tetas.
Y en ese momento empezaste motu proprio a repetir el mantra:
—No tengo mente, solo tetas. No tengo mente, solo tetas. No tengo mente, solo tetas. No tengo mente, solo tetas. No tengo mente, solo tetas.No tengo mente, solo tetas…
Podía imaginar perfectamente, por el tono de tu voz en la letanía, como tus ojos hacía rato que estarían vidriosos, tus facciones relajadas y tu boca entreabierta. Incluso es posible que un pequeño hilo de saliva estuviera ya a punto de caer en tu canalillo.
¿Habías ido lo bastante profundo? ¿Habrías caído lo suficiente? E interrumpí tu salmo para preguntarte:
—¿Qué eres, Natalia?
—Solo tetas.
Sí, estabas lista para continuar con lo que tenía planeado.