Belén apareció por la puerta del salón con una taza de café en la mano. Solo llevaba puesta una blusa blanca completamente abierta y unas bragas negras. Sus aureolas eran perfectamente visibles a través del tejido.

“Me gustó lo que me hiciste ayer”, confesó mientras estiraba la blusa para remarcar aún más sus pechos. “Pero sabes que mi curiosidad es infinita y aún no me has enseñado todo lo que puedes hacer con mi mente. Quiero más.”

“Tú siempre pides más.” le contestó él por encima del café. “Y te mentiría si no te dijera que tengo cosas planeadas.” Ella no lo recuerda pero ayer no sólo negociaron la escena del striptease sino que sentaron las bases para lo que vendría después deseos, límites, la palabra de seguridad.

Le pidió que se sentara en el sillón y que mirara un punto en la pared. La condujo a través de una inducción de fraccionamiento porque, si ya le parecía excitante verla caer, que lo hiciera mientras sus ojos luchaban por abrirse y mostrarse vacíos mirando a la pared, le ponía el doble. Su cabeza cayó y la acompañó en una serie de profundizaciones y más fraccionamiento. Cuando terminó ya no había nada en su cabeza, solo la necesidad de obedecer en todo por muy absurdo que le pareciera.

Vacía y en blanco, hizo que se desprendiera de sus bragas y la dejó completamente inmovilizada y expuesta, inclinada sobre el sillón, sus manos y sus pies pegados a la tapicería y al suelo. Las piernas abiertas, exhibiendo ese culo del que está tan orgullosa. Y le di unas cuantas instrucciones más que no iba a recordar antes de hacerte volver a tus sentidos. Chasqueo mis dedos frente a ti y veo como la vida vuelve a tus ojos tras un par de parpadeos.

“Pero, ¿y esto? No puedo moverme. ¿Qué estás tramando?”, protestó. Le acarició las mejillas con el índice. “Querías qué te mostrase el potencial y lo voy a hacer. Te voy a azotar de una forma de la que nunca te han azotado antes.”, le informó. “ Para azotarme no hace falta que me hipnoticen. La verdad es que esperaba algo… AUH!”, su diatriba se ve interrumpida cuando él da una sonora palmada frente a ella. Y luego otra más floja. Y gimió.

Su mano comprobó que lo que le contaste era cierto, que un par de buenos azotes bastaban para mojarla. Y como es ella la que está creando la sensación en su cabeza, son los mejores azotes que ha recibido jamás. Cuatro o cinco palmadas fueron suficientes para hacerla caer en el subespacio. Gemía y jadeaba de una forma que a él le creó una erección instantánea.

Alzó su barbilla para fijar sus ojos a los de él. “Y eso solo es el comienzo, cariño.” Y con un chasquido de dedos sintió un poderoso vibrador actuando sobre su clítoris. Cuanto más chasqueaba sus dedos más fuerte sentía la vibración y él iba alternando esos chasquidos con palmadas. Belén bufaba, la respiración se le entrecortaba y gritó algo que estaba programado en su mente esperando el momento de salir a la superficie: ¡Fóllame!

“¿Qué quieres que te haga, Belén?, preguntó para descargar las emociones que había intentando moldear antes. “Quiero que me folles, que me uses. Solo quiero disfrutar y ser disfrutada.”, exigió. Pero él aún no ha acabado con este momento que pretendía gozar al máximo, “Dime lo que eres.”, le ordenó.

“Tu putita. Una zorra. Tu juguete. Solo soy agujeros para darte placer. Fóllame ya.”, gritó. Liberó su erección frente a ella para que sintiera la fascinación que crearon ayer. Ella no podía dejar de mirar la dura verga, la deseaba, la anhelaba. Cuando se sintió satisfecho de la reacción que había creado en ella, simplemente rodeó su inmovilizado cuerpo y laç empaló.

El rugido debió oírse en la ciudad de al lado. Saberse así, vulnerable y entregada, mientras la embestía no hacía más que acrecentar su placer. Cabeceó hacia atrás y aprovechó la ocasión para agarrarle del pelo. Era completamente suya, no podía escapar. Se aplicó cual martillo pilón contra ese culo moldeado a golpe de sentadillas. “¿Te gusta ser disfrutada? Solo existes para esto y cuando antes lo asumas, mejor.” le gritó una palabra que solo la parte subconsciente de ella registró y reanudó sus esfuerzos hasta hacer que estallara en un glorioso orgasmo.“Liberada.”

Se desplomó sobre el sillón y el suelo. La repentina situación le dió un ataque de risa. Estaban ambos jadeantes y sudorosos. ¿Has satisfecho ya tu curiosidad o quieres más?, le flirteó. “Déjame que me reponga un rato, no sabía que podía ser tan intenso. Pero soy egoísta y siempre quiero más.”, dijo sacando la lengua. “Te tengo hipnotizada, Belén. Voy dos pasos por delante de ti.”, y acercándose a su oído le susurró: “Repetir.” Y todas las sensaciones y estímulos que había sentido desde que le ordenó “Grabar” volvieron a provocar el mismo maravilloso orgasmo de antes.