Sé que te hipnotizan mis pendientes, tan brillantes. Cada destello hace que no puedas apartar la vista de ellos. Cada destello te hace parpadear. Cada parpadeo te cuesta más abrir los ojos. Es casi imposible mirar a otro lado. Destello. Parpadeo. Destello. Parpadeo.

Sé que te hipnotiza mi pelo. Cayendo como una cascada. Como cae la relajación por todo tu cuerpo. Desde tu cabeza hasta tus pies. Una cascada roja de relajación sobre tus hombros. Por tus brazos. Por todo tu cuerpo.

Sé que te hipnotizan mis labios. Suaves como tu mente ahora mismo. Dulces como esa sensación que estás teniendo en todo tu ser. Inhalando y exhalando. Y tú lo repites, mímicamente. Inhalas y exhalas. Y con cada exhalación te relajas más y más. Te relajas suave y dulcemente. Te dejas llevar.

Y sé que te hipnotizan mis ojos. De hecho es lo único que atrapa tu mirada más que mis pendientes. Son dos pozos de agua azul en los que te hundes cada vez más y más profundo. Estás atrapada por ellos como un cervatillo por la luces de un coche. Ni siquiera tus ojos verdes son rivales para ellos. Cada vez estás más relajada. Cada vez caes más y más profundo en la inmensidad azul de mis ojos.

Te he hipnotizado, Iria.