La escéptica

by Espadachin

Tags: #dom:male #f/m #pov:bottom #pov:top #sub:female #based_on_real_session #microfiction #Spanish
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Inspirado por hecho reales. Una chica le envía un mensaje a un hipnotista y le confiesa que no cree que la hipnosis sea real.

Lo había visto participar en el chat compartiendo historias y gifs con bastante buen gusto, nada de ese porno gonzo que se repetía machaconamente. Los suyos eran, obviamente, hipnóticos pero también sumamente eróticos y tomó la decisión de deslizarse en sus DM para hacérselo saber.

Él se lo agradeció y comenzaron a conversar sobre lo que les había llevado a ese grupo en particular. Él estaba por allí buscando un poco de juego, ella había caído en el hipnokink desde la esfera de las bimbos pero no estaba muy convencida de que fuera algo real. La gente en el canal hacía más rolplay que otra cosa.

Él estuvo de acuerdo con ella en el punto del rolplay pero también comenzó a desmontar los mitos y a mostrarle cómo la hipnosis era algo mucho más común de lo que pensaba. Se fueron por las ramas, hablaron de idiomas, de sus carreras, sus trabajos o estudios, creando una sensación de confianza. Hasta que ella se lanzó y le pidió probar eso de la hipnosis, quería experimentar si estaba equivocada en creer que aquello era imposible. Pero él tenía unos límites y ella otros. Ella no se mostraba de primeras y él no hipnotizaba a nadie que no le asegurara no ser un catfisher. Pero era un tipo con recursos y encontró una solución.

Tras negociar un poco sobre lo que le gustaría hacer, le ofreció escuchar un audio de un conocido hipnotista, al darle la opción, ella escogió una voz de mujer. Empezaron con una simple relajación y ella le informó que el acento de la chica la estaba excitando. La dejó con el audio y siguió con sus quehaceres durante los 20 minutos que duraba la grabación.

Un nuevo círculo rojo en el icono de la app le informó de que ella había terminado con el audio. Le comentó que había sido muy difícil seguirlo porque tenía un kink con los acentos y el de la chica la había distraído mucho pero aún así sentía que había caído un poco en hipnosis aunque no estaba segura porque seguía sin creer en ella pero quería más. Él le preguntó hasta dónde quería llegar, cómo podía demostrarle que la hipnosis era real sin ningún tipo de dudas.

Le sorprendió su atrevimiento, ya que le pidió que la convirtiera en una esclava. Tras asegurarse de que eso era realmente lo que ella quería, le pasó otro audio, esta vez con voz de hombre para evitar distracciones. Era un poco más largo, 25 minutos, pero le aseguró que era lo mejor que había al respecto, no solo a nivel de hipnosis, también a nivel de seguridad. Podría creer que era una total esclava pero, realmente, podría oponerse a todo lo que no le complaciera. Le ofreció tratar de forzar un poco ese límite de las fotos. Si realmente quería lo haría y si no quería no lo haría y ya está. Le informó de que la hipnosis sólo serviría para que, en caso de querer, lo pudiera aceptar. Ella consintió.

Tras media hora de espera ella le informó de que no recordaba absolutamente nada del audio lo cual era una magnífica señal. Le preguntó si estaba lista, ella respondió que sí y escribió el trigger en la conversación. Ella escribió la respuesta programada y él la sacó del estado de hipnosis. A pesar de tener la respuesta programada delante de sus ojos, seguía insistiendo en que la hipnosis no era real. Él supuso que estaba bromeando y volvió a activar el modo esclavo esta vez para demostrarle que la hipnosis era muy real.

Con órdenes precisas para no dejar ningún cabo suelto le ordenó que se tomara un selfie sin mostrar su cara con un papel donde pusiera “Él me ha ordenado hacer esto.”, que se desnudara y se tomara otro selfie con el mismo papel y que a continuación publicara ambas fotografías en los canales correspondientes del Discord donde se habían conocido.

Tres minutos más tarde ella salía de su modo esclavo y él le preguntó si aún albergaba alguna duda sobre la verosimilitud de la hipnosis. Ella contestó que nada había pasado y él la conminó a mirar en dos habitaciones del Discord. Horrorizada, borró las fotografías. Estaba muy confusa y necesitaba pensar sobre lo que acababa de suceder.

Quince minutos después, la app le informaba de que tenía una vídeollamada de ella. La noche se presentaba interesante.

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