La encerrona

Lola

by Espadachin

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Estaban los tres sentados en los sofás alrededor de la mesa baja del salón, después de deleitarse con una gran cena, disfrutando de una copa. David y Majo la habían invitado y habían insistido mucho en que esta vez no iba a aceptar ninguna excusa. Incluso recogieron a Lola de su oficina para llevarla directamente a su casa y le habían prometido que la llevarían a su casa de vuelta. 

“Bueno, la verdad es que esto ha sido un poco encerrona.”, dijo Majo reclinándose en el blanco cuero del sofá y mirando a Lola, sentada en el sillón frente a ella. “Una intervención porque estamos un poco preocupados contigo. Andas demasiado metida en tu trabajo, siempre estresada, sin tiempo apenas para quedar y mírate, estás hecha un despojo.”

Ciertamente a Majo no le faltaba razón. Desde que había empezado su nuevo trabajo, Lola se sentía más realizada profesionalmente pero a la vez había descuidado el resto de su vida, le gustaba tanto y requería tanta atención que se había olvidado de amigos, salir, pasarlo bien. Tenía ojeras, había descuidado su pelo... El poco tiempo que le dejaban sus responsabilidades laborales era para hacer las cosas fundamentales como limpiar y comprar. Tenía la esperanza de que esa etapa de aprendizaje en su nuevo puesto pasara pronto y recuperar su vida normal. Si había accedido a esta cena era por la persistencia de sus mejores amigos y porque había cancelado ya el compromiso tres veces, dos de ellas a última hora e incluso para ella, una cuarta vez era demasiado.

“Tenemos algo que ofrecerte, es un poco raro, pero conmigo ha funcionado muy bien. Ya sabes que yo también vivía estresada con mi trabajo de autónoma pero David me enseñó a tener un ratito para mi, a desconectar del mundo… con hipnosis.”, continuó Majo.

“¿Perdona? ¿Con qué? ¿Me queréis hipnotizar?”, Lola dio un respingo y respondió atónita.

“Si tú quieres, sí. Conmigo ha hecho maravillas. Cuando necesito desconectar de mi trabajo, David me dice unas palabras y me desconecta por un rato. Es prodigioso.”, se podía notar la emoción en el tono de Majo.

“Creo que lo mejor será que lo veas por ti misma. Primero debo advertirte que no es tan fácil como lo que vas a ver. Majo y yo llevamos mucho tiempo trabajando en esto y basta con nada para que entre en estado de hipnosis. No es magia aunque con Majo lo parezca. ¿Estás lista, cariño?”, y David se acercó a recoger la copa de la mano de su pareja.

“Siempre estoy lista para que me desconectes, cielo.” y aprovechó que David se acercaba a coger su copa para besarlo dulcemente y… caer. Sus ojos se cerraron, su cabeza y su tronco se desplomaron hacia adelante, sus brazos colgaban junto a sus piernas y su larga melena castaña casi tocaba el suelo.

Lola dio su segundo respingo de la noche y abrió los ojos como platos. “Así, ¿tan fácil?”, preguntó. “Tenemos un trigger especial. “Si le pregunto si está lista y responde que sí, cae en cuanto nos tocamos. Ella es plenamente consciente de esto y por eso me ha besado.”

Lola seguía estupefacta agitando la cabeza. “No me lo creo, no me lo puedo creer. Estais de coña, ¿no? ¿Y tú me quieres hacer eso? No estoy muy segura de que vaya a funcionar conmigo.”

“Ya te he dicho que no es tan fácil, que Majo y yo llevamos haciendo esto tiempo y está “entrenada” para caer en hipnosis. Majo, incorpórate. Vacía y en blanco.” Majo se incorporó en el sofá, su cuerpo rígido, su cabeza erguida y abrió los ojos. Su mirada estaba vacía de toda emoción, esos ojos verdes espectaculares suyos miraban al infinito carentes de luz.

“Mira los ojos de Majo, Lola. Están completamente vacíos, como su mente ahora mismo. Esa mente inquisitiva que no puede parar de preguntar y aprender ahora está descansando, apagada, desconectada. Mira sus ojos, Lola.” David siempre había tenido envidia de los ojos de su pareja. Eran terroríficos. Cuando la hipnotizaba mirándola a los ojos tenía que tener cuidado de no caer él mismo en el hechizo que podían crear. Un hechizo que ahora estaba usando contra la amiga de la infancia de su chica.

Lola no podía dejar de mirar esas dos esmeraldas, perdida en las profundidades de esas dos piscinas verdeazuladas. Le encantaba mirar a los ojos de Majo porque le gustaba Majo en general pero era demasiado recatada para confesar su bisexualidad incluso a su mejor amiga. De hecho, sería la última persona a la que se lo confesara. Podría pasar horas mirando esos ojos y ahora alguien la animaba a hacerlo. Había palabras en el ambiente, estaban por ahí, en algún lado. Eran un eco lejano. Las oía pero no las escuchaba, al menos eso era lo que creía ella. Unas palabras que la animaban a descansar, a desconectar. A imaginar lo bien que se sentiría zambulléndose en una piscina como los ojos de su amiga, dejándolo todo atrás, entregándose.

David miraba como los ojos de Lola poco a poco se iban cerrando, como cada vez le costaba más mantenerlos abiertos con cada parpadeo, como su respiración se hacía más calmada y regular, como su boca se entreabria y su cabeza se vencía hacia adelante fruto de la relajación de su cuerpo. Lola estaba a punto de caramelo y, colocando su mano tras su cabeza, le dijo enérgicamente: “Y simplemente Lola, déjate llevar, y ¡duerme!” Con un ligero toque en la parte posterior, el pelo rubio ceniza de Lola tapó completamente su cara, con su cabeza reposando sobre su pecho.


Lola estaba desnuda, de rodillas sobre un cojín en el suelo del salón. De su boca solo salía una salmodia monótona: “Vacía, en blanco, sumisa, obediente. Vacía, en blanco, sumisa, obediente.” Sus ojos mimetizaban la expresión que tenía Majo una hora y media antes.

David y Majo, la observaban tambien completamente desnudos desde el sofá. Majo se estaba masturbando con una mano mientras con la otra masturbaba a su novio.

“No pensaba que verte programar a Lola me iba a poner tan cachonda.”, dijo intentando que su placer no fuera tan evidente.

“Bueno, tú me dijiste que era la mejor candidata para incorporar a nuestros juegos y llevabas toda la razón. Es una sumisa excelente, como tú. Sois un estereotipo de mujeres modernas y profesionales que durante un rato queréis que sea otro el que tome decisiones por vosotras. Lo que no me esperaba era esa admisión de su bisexualidad. Y bueno, programar a una persona mientras me hacías una mamada ha sido... intenso.”

Majo sonrió y lo besó, “No lo he podido evitar, me ha puesto como una moto ver mi programación desde fuera. Y Lola... A Lola siempre le he gustado. La he visto mirarme en el gimnasio, ahora y en el instituto, y ponerse como un tomate. Sabía desde hace tiempo que era bi o pan pero esta ciudad tan mojigata no es la mejor para salir del armario. Ahora podremos ayudarle a ser ella misma. ¿Y sabes lo que me pone aún más cachonda? Quiero ver cómo le haces esto a Claudia, que es tu favorita.

“Ah, Claudia. Pronto, muy pronto. Cuando quedemos con ella el sábado pero ahora…”, David lanzó un cojín al suelo que cayó junto a Lola, totalmente ajena a lo que estaba sucediendo en la habitación. “Ahora, Majo Modo Esclava.”

“Sí, Señor.”, y con la misma expresión vacía de antes, Majo imitó la postura de Lola sobre el cojín mientras David echaba mano de un condón y su péndulo favorito.

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