El paquete

by Espadachin

Tags: #dom:male #f/m #microfiction #pov:bottom #Spanish #sub:female #amnesia #exhibitionism #lingerine #masturbation

Siempre le llega un paquete de lencería para su vecina y siempre se olvida de avisarla.

El paquete llegó como cada semana. No sabía quién se lo enviaba, no sabía por qué aparecía siempre en su puerta pero ahí estaba. A veces contenía lencería, otras veces zapatos de tacon, y algunas veces, las menos, ambas cosas.

Siempre pensaba que se trataba de un error y seguramente sería un envío para su vecina o algo así pero siempre se olvida de preguntarlo, siempre se olvidaba de comprobarlo y, en cambio, al llegar los sábados, sentía unas ganas locas de probarse esas prendas que estaban en el vestíbulo de su casa desde hacía unos días. Nunca le extraño que los zapatos o la lencería le quedará tan bien siendo su vecina tan baja. Algo hacía click en su cabeza y pasaba de cero a cien en un segundo, se excitaba enormemente.

Sentía la imperiosa y urgente necesidad de hacerse unas fotos y enviárselas a alguien, sentirse sexy y deseada con esa ropa ajena. La volvía loca, necesitaba encontrar alguien para desfogarse así que acababa videollamando a un amigo. Si ese día estaba ocupado, simplemente se pasaba una hora delante ordenador mirando fotos y dándose placer.

Algún día debería hablar con tu vecina decirle que siempre le llegaba ropa a la puerta de su casa, siempre se equivocaba al poner la dirección pero por algún motivo olvidaba hacerlo y seguía disfrutando, luciendo toda esa ropa que le llegaba. La verdad que a lo tonto se había hecho un boudoir más que exquisito y variado gracias a su vecina.

De lo que no era consciente era de que cada domingo por la por la noche, antes de irse a dormir, abría su armario, escogía unas prendas, las doblaba cuidadosamente, y luego, de un cajón al que permanecía ajena hasta ese momento, sacaba un sobre grande y alcolchado en el que escribía su dirección. Al día siguiente no recordaría haber visitado correos ni sería capaz de reconocer su propia letra en el sobre.

Y cada sábado por la noche, su amigo seguiría esperando las fotos de su boudoir particular y su videollamada. Si no era posible, siempre le quedaría la grabación que ella hacía cada semana, por supuesto, sin ser consciente de ello, como habían acordado.

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