El método

by Espadachin

Tags: #based_on_real_session #orgasm #pov:top #solo #Spanish #sub:female

Estás muy tranquila pero pronto unas palabras bien escogidas te llevarán al éxtasis.

Te observo recostada en el sillón, en paz, calmada, tu respiración es sosegada. Tus ojos están cerrados y tu cabeza caída hacia un lado. Estás en un tranquilo trance hipnótico que me dispongo a alterar.

Siempre empiezo por el interior del codo. Y te doy a elegir que tipo de placer quieres pero tú escoges indefectiblemente que el placer que experimentas sea sexual. Cuando te pregunto como es me susurras que es como una pequeña luz dorada.

Según me confiesas luego, al principio es todo muy confuso pero entonces llegan las palabras mágicas: «Y ahora comienza a expandirse por tu brazo y tu antebrazo.»  Y veo un mohín en tu cara mientras el placer se multiplica. Veo tus dedos intentando acariciar la palma de tu mano en un intento de obtener más placer.

Y yo sigo con mi letanía, convirtiendo todo tu cuerpo en una luz dorada. Veo tus hombros agitarse cuando mis palabras los alcanza y la placentera luz invade tu otro brazo. Ahora puedes usar tus manos para acariciarte, multiplicando el placer. Y la luz baja por tus pechos, tu espalda y tú, ávida, corres a cubrirlos de caricias. Llegan los primeros gemidos. Todo tu tronco superior es dorado en tu mente y cada vez sientes más placer.

Veo tus manos dirigirse hacia tu vulva, intentando meterse debajo del pantalón y tus bragas. Te paro con una exhortación: «Ahí, no.» Tu momentáneo mohín de frustración es un triunfo para mí. Si no estuvieras tan perdida en una ola de placer que no te deja pensar hubieras soltado un «Jo», en cambio, te acaricias el abdomen y gimes más. Tus manos han desnudado tu torso torpemente y muestras la bonita lencería que has elegido para hoy.

Mis palabras terminan de dirigir tu imaginación por todo tu cuerpo, de cuello para abajo estás cubierta por una mancha dorada que emite ondas y pulsos de placer. Comienzo a asaltar mi objetivo principal, el mayor órgano sexual, y la mancha luminosa comienza a subir por tu cuello, expandiéndose por tu cuero cabelludo, te muerdes el labio en esa forma que me gusta tanto cuando notas las cosquillas de placer bajar por tu frente, tus pómulos, tu barbilla. Tu respiración hace tiempo que está agitada y ya no queda nada de esa postura pacífica y tranquila que tenías hace unos minutos. Te ordeno que te quedes en topless para que nada pueda molestarte y obedeces a la velocidad del rayo.

Ha llegado el momento de la verdad: «Sientes como la luz se transforma en dedos dorados que penetran en tu cerebro, ¡ahora!» Tu reacción me sorprende incluso a mí, acostumbrado a ver el comienzo de este tipo de orgasmos esto es completamente nuevo: tu cuerpo se arquea y tu gemido acaba en un grito gutural. No sabes aún lo que te espera.

Comienzo a dirigir tu imaginación masajeando con mis dedos virtuales el lóbulo frontal de tu cerebro anulando tu capacidad de juicio, de análisis, de organización. Mis dedos van alisando los pliegues de tu cerebro y todos los pensamientos que intentan salir de él vuelven irremediablemente a caer mientras pongo esa parte de tu cerebro a dormir.

Continúo con los centros motores haciendo que con cada roce de mis dedos dorados, tus músculos se relajen. Tus brazos y piernas se vuelven aún más pesados, flojos, sueltos y laxos, como si fueras una muñeca de trapo. Dejas de acariciarte pero estás un poco tensa, anticipando lo que está por venir.

El masaje continúa en el centro emocional de tu cerebro, dónde todo el estrés, la tensión, la preocupación, la ansiedad y la frustración residen. Mi dedos te calman, liberándote de todas esas sensaciones y sustituyendolas por felicidad, dicha. Sonríes y yo me derrito.

Voy poniendo a dormir otras partes de tu cerebro como el centro del lenguaje o donde residen tus inhibiciones, si es que te queda alguna.

Y finalmente, esos dedos dorados que estás imaginando llegan a los centros de placer de tu cerebro. mientras mis dedos acarician, rozan, tranquilizan y estimulan la parte superior de tus centros de placer. Tu respiración, que había vuelto a calmarse, se torna agitada otra vez. Tus gemidos son cada vez más frecuentes y ruidosos.

Y voy bajando hacia ese punto que controla tu excitación y placer sexual. Mis palabras van masajeando ese punto de placer, y rozándolo… acariciando… trabajando sobre él. Sientes una repentina embestida de placer y te incorporas bruscamente, los ojos abiertos pero tu mirada completamente vacía. Y con un suspiro vuelves a cerrar los ojos y te desplomas sobre el sillón. 

En tu imaginación mis dedos, al rozar ese punto de placer, está acariciando directamente tus zonas más erógenas, tu cuello, tus pezones, tus orejas… Sigo con mi invocación del placer masajeando tu mente mientra voy con mis palabras construyendo tu orgasmo, cada vez más fuerte, cada vez más intenso. Veo como te convulsionas y gimes hasta que, incapaz de aguantar, tienes un poderoso orgasmo, tu cuerpo vuelve a arquearse y gritas ¡Sí! unas cuantas veces.

Pasados unos momentos, vuelves a estar tranquila y reposada, pero también sudorosa, despeinada, medio desnuda y muy sonriente. Mientras yo me dispongo con mis palabras a devolverte a la realidad, poco a poco.

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