Dijiste «Vamos al baño a hacernos una foto para el Instagram.» Y yo te seguí, era divertido seguir tus locuras de diva doméstica. Nos hicimos un par de fotos en el espejo del baño de señoras y, de repente, sonaron unos pasos por las escaleras.

Te reíste bajito. «Te van a pillar». Y a mí me dio una vergüenza tremenda. Mi mente corría buscando la excusa más creíble, pero al girarse el pomo, apareció ella, la camarera que nos había gustado a los dos y supe que la estrategia era otra.

Por supuesto, estaba confusa, nadie espera ver a un hombre en el aseo de señoras y sabía que tenía pocos segundos para aprovecharme de ello.

- Perdón- le dije- estamos en un proyecto fotográfico hipster y nos has pillado. Me llamo Hugo.

Extendí mi mano derecha y cuando ella extendió la suya cogí su muñeca con mi izquierda y la llevé un poco por encima de sus ojos mientras la interpelaba rápida y autoritariamente a que mirara un punto en la palma de su mano. Sabía que su cerebro en ese momento había hecho crack y buscaba algo coherente a lo que agarrarse.

En cuanto su mano tocó su frente, sus ojos se cerraron y su cabeza cayó hacia adelante. Te miré, estabas boquiabierta. «Eso fue lo que le hiciste a Belén», dijiste. «Chist, calla que ahora viene lo mejor», te reprendí. Te quedaste vigilando mientras yo me metía con la camarera en el aseo y cerramos la puerta para que nadie nos molestara al profundizar su trance.

—¿A qué hora sales?

—A las cuatro.

—¿Te espera alguien?

—No.

—Escúchame atentamente, cuando sean las cuatro y salgas de aquí hay unas instrucciones que debes seguir…

Lo dejé todo preparado para que despertara después de irnos y no sospechara nada.

«Vamos para tu casa. Vamos a tener una visita sorpresa sobre las cuatro» Tú sonreíste y yo te guiñé el ojo.